El tiempo corría
Los residentes de Lilo no se conformaron con simplemente hacer una llamada a la ASPCA; fueron un paso más allá y decidieron contactar al servicio de control de animales. Alertaron sobre un pobre perro, atado afuera en medio del crudo invierno, rodeado por buitres que, de manera evidentemente macabra, parecían aguardar su triste final antes de actuar.
Mientras Lilo yacía allí, su vida pendiendo de un hilo, los buitres se aproximaban poco a poco, casi como si disfrutaran del suspenso. Fue una escena espeluznante para contemplar, sin importar la presa que esperaban los carroñeros, pero resultaba aún más desgarradora al considerar que se trataba de un indefenso y tierno cachorro. La valentía de los vecinos se destacó al enfrentar esta inquietante situación.